Saint Vincent and the Grenadines



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Alquiler de barcos St. Vincent & The Grenadines – San Vicente y Las Granadinas

Caraibes_San_Vicente_Bahia San Vicente es la isla más grande del pequeño estado caribeño de San Vicente y Las Granadinas. A él pertenecen además más de treinta islas, las septentrionales del Archipiélago de Las Granadinas. Las más grandes son Young Island, Mustique, Canouan con base de Alquiler de barcos}, Mayreau, Union Island con base de Alquiler de barcos, Palm Island y Pequeño San Vicente. Las Granadinas del Sur, por el contrario, pertenecen oficialmente a Granada. Las Granadinas son islas más bien de terreno llano y seco o con pequeñas colinas, pero en cualquier caso muy diferentes a las islas más grandes del Caribe, que tienen origen volcánico y una vegetación más frondosa. En Las Granadinas encontramos más arbustos, bosque bajo o cáctus. San Vicente sin embargo sí tiene suelo volcánico. El Mount Soufrière entró en erupción por última vez a principios del siglo XX, poco después de que lo hiciera el Mont St. Pelée en la Martinica. A finales de los 70 se produjeron fuertes explosiones de gas. Actualmente el volcán parece extinto y en medio de su cráter se ha formado un lago con una isla central; pero cuidado porque el Mount Soufrière todavía está activo. San Vicente tiene unos 110.000 habitantes, de los cuales más de la cuarta parte vive en la capital, Kingstown, y menos de un diez por ciento en las Granadinas. Su fuente de ingresos más importante es la agricultura; sobre todo el cultivo de plátanos. El cacao y las especias también se explotan, aunque en menor medida. Durante mucho tiempo esta región fue considerada como una de las más pobres del Caribe; pero poco a poco se va invirtiendo cada vez más en turismo. La verdad es que entre el bosque tropical, los ríos, playas y cascadas en los que disfrutar de un buen baño, y el atractivo que ofrece el volcán, la isla cuenta con todos los ingredientes necesarios para convertirse en un importante destino turístico.

Viniendo del norte la primera gran bahía que encontramos es la de Chateaubelair, que desde el año 2007 es puerto de entrada. En realidad ya lo era, incluso oficialmente, desde hace 40 años pero el decreto nunca se había llevado a efecto hasta ahora. Este gran pueblo pesquero es el cuarto municipio más grande de la isla y ya se está explotando turísticamente. En Chateau, que así es como se conoce normalmente al lugar, hay también descubrimientos arqueológicos, vestigios de los indios caribes. Los nuevos edificios de aduana e inmigración están muy cerca del muelle. La bahía ofrece además hermosos fondeaderos y lugares fantásticos para bucear. Podemos hacer una parada en mitad de una desbordante naturaleza en la Cumberland Bay y amarrar en una palmera. En la orilla, donde un pequeño arroyo vierte sus aguas al mar, niños, perritos y cochinillos juegan en perfecta armonía. Y hay dos restaurantes que están encantados de servir una exquisita cena a base de pescado y una especie de langosta llamada crayfish a los tripulantes de las embarcaciones que se acercan. Y un poco más al sur la Wallilabou Bay también es un lugar muy apreciado para fondear, donde nos reciben los “boat boys” para ayudarnos a amarrar. Delante del hotel restaurante Anchorage tenemos también boyas de amarre. La oficina de aduanas se encuentra detrás del muelle para dinghys.

Justo detrás de la bahía Wallilabou Bay, siguiendo hacia el Sur, encontramos la Keaton Bay. Y también aquí hay boyas de amarre, delante del café Rockside que regentan Rosi Morgan y su marido Orlando Tucker y que ofrece todo tipo de servicios para los navegantes: lavandería, Internet, organización de excursiones, ayuda para realizar los trámites de entrada, buena comida y unos combinados perfectos. Todo ello en alemán, inglés y lengua criolla y en un ambiente de ensueño. Cuatro millas antes de llegar a Kingstown, encontramos escondida la pequeña bahía de Petit Byahaut, donde podemos disfrutar de naturaleza en estado puro, ambiente exclusivo en el impecable restaurante del también exclusivo Petit Byahaut Resort y una base de buceo. En Ottley Hall, debajo de Fort Charlotte, cerca de Kingstown, encontramos un pequeño puerto, aunque el entorno no es precisamente encantador.

Kingstown, la capital, tiene el encanto que caracteriza a las Indias Occidentales, con sus casitas de piedra o madera, llena de vida y animación. En el mercado de Kingstown podemos comprar no sólo comida, sino también artesanía. Para ver en la ciudad y sus alrededores tenemos la catedral católica y la anglicana, el jardín botánico y el fuerte Fort Charlotte que acoge un museo. Young Island es una verde islita tropical con un complejo hotelero y en la costa norte hay buenos sitios para fondear. En el sur de Young Island sobresale entre las aguas, escarpada y rocosa, la Duvernette Island, que tiene en el norte un muelle para dinghys. El Fort Duvernette que se alza sobre ella fue en otro tiempo refugio de piratas. Desde allí se obtiene una vista impresionante.

Las islas Young y Duvernette marcan la entrada al Blue Lagoon, que se encuentra en el extremo sur de San Vicente. La marina Blue Lagoon nos ofrece todo tipo de confort. Aquí es donde se encuentran estacionados la mayoría de los yates chárter que hay en la isla. En el sur de la isla de San Vicente la pequeña isla de Bequia espera a los navegantes – una isla de artistas, con bahías y playas impressionantes.

Mustique

Desde Bequia podemos divisar la pequeña isla privada Mustique, que apenas tiene cinco kilómetros cuadrados. Es famosa por los potentados propietarios y visitantes que la frecuentan. La princesa Margarita de Inglaterra solía pasar aquí temporadas en una casa que le regaló para su boda lord Glenconnor, Colin Tennant. El lord había comprado la isla para construir en ella un complejo hotelero orientado a la alta sociedad. Algunos de sus clientes habituales son David Bowie o Tommy Hilfiger y la finca del Rolling Stone Mick Jagger es uno de los puntos culminantes de la pequeña ruta que se puede realizar para conocer la isla. Antes había aquí siete plantaciones azucareras, pero el único resto que queda de ellas es un molino. Los yates encuentran sitio en la Britannia Bay, donde la Mustique Compang ha instalado boyas de amarre. Hay un pantalán para dinghys justo al lado del muelle de cemento. El local favorito de los navegantes es el Basil’s Bar. El perfecto punto final para un maravilloso día de navegación en el Caribe puede ser un “Sex on the Beach”.

Mayreau y Cayos de Tobago

En la pequeña isla de Mayreau viven sólo 300 personas. Todas ellas en el pueblecito llamado Mayreau Village, situado sobre una colina en el suroeste de esta seca isla. Si hay ruido en la calle es que pasa algo raro. Mayreau sigue conservando el encanto de los auténticos paraísos del Caribe. Los yates también pueden echar el ancla en el norte en la Salt Whistle Bay, donde hay un restaurante y un “yachtie bar“, o en la Windward Bay, que está en el sureste de Mayreau. Aquí el gran atractivo es el arrecife, un paraje excelente para los que practican el buceo. Pero el lugar más seguro en cualquier caso es la Saline Bay, que también tiene pantalán para dinghys. Dando una pequeña caminata podemos subir hasta el pueblo y disfrutar del fantástico panorama que se obtiene desde el punto más alto, donde se encuentra la iglesia. En el pueblo nos esperan numerosas tiendas y bares y restaurantes donde calmar el hambre y la sed. Entre los “yachties” corre el rumor de que el mejor es el Dennis’ Hideaway, pero la verdad es que los otros no tienen nada que envidiarle.

Desde Mayreau hasta los Cayos de Tobago no hay más que un salto. Los cayos son una de las postales más famosas en todo el mundo y seguramente sin duda unos de los parajes más bellos del Caribe. Pero en temporada alta puede estar hasta los topes; sobre todo si a los yates que anclan en el lugar se les unen los botes auxiliares de cruceros como el Club Med II o el Royal Clipper que hacen excursiones del barco a la playa. Los Cayos de Tobago junto con las islas Petit Rameau, Petit Bateau, Jamesby y Baradal, todas ellas deshabitadas, y el arrecife Horseshoe Reef, conforman un parque nacional que nos ofrece aguas de un azul oscuro alrededor del arrecife y verde claro bajo la quilla y, en su interior, un fascinante mundo de color en el que habitan corales y peces de todas las especies. Las playas son impresionantemente bellas, el acceso por el pasaje norte, si hacemos servir marcas de alineación, no es especialmente difícil. Pero atención que aquí no hay posibilidad de comprar nada. Si nos quedamos a pasar la noche, hay que cocinar lo que haya en la despensa.

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